
Mi interés por la fotografía
Desde pequeño, siempre me ha gustado echar fotos y grabar cualquier cosa que me parecía digna de ello. Ya fuese en cualquier ambiente familiar, o en el grupo de amigos, yo siempre era "el que echaba la foto". Para mí, solo era una diversión porque cualquier muchacho se divierte con una cámara o teléfono móvil y algo que grabar.
No hay concretamente un momento exacto donde nació mi pasión por la fotografía y, además, yo diría que es algo casi genético, pero sí sé que fue tras uno de mis viajes a Marruecos de mi infancia, los cuales hoy en día recuerdo como si hubiese sido ayer.



Mis padres, mi hermana y yo solíamos viajar a Marruecos una o dos veces al año para visitar a la familia de mi padre.
De aquellos viajes recuerdo todo o casi todo, desde el estrecho de Gibraltar en Ferry y la aduana en Tánger hasta la preciosa playa de Agadir, o desde la gran plaza de Marrakech hasta el pueblecito más pequeño de Beni Melal donde nació mi padre. Pero el recuerdo más vivo que tengo es de una fotografía tomada en los jardines del Castillo, o "Kasbah", de Ain Asserdoun.

De este recuerdo plasmado en una simple fotografía surge mi interés hacia ella, y podría decir que se debe a dos factores:
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Mi atracción por los castillos y las grandes infraestructuras es directamente proporcional a su tamaño. (Aunque en general me gusta la arquitectura en sí)
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El hecho de poder recordar aquel preciso instante con todo detalle como si fuese hoy simplemente a través de una fotografía es algo fascinante.

A mi padre le gustaba grabar todo, y recuerdo perfectamente que lo hacía constantemente incluso sin darnos cuenta. Cualquier momento era bueno para ‘sacar la cámara a pasear’, su amada Videocámara Digital Airis N729 que había conseguido juntando cupones del periódico y que de vez en cuando yo utilizaba.
De todas las fotografías que se tomaron en aquellos tiempos, solo esa me trae el recuerdo más vivo, profundo y emotivo de mi infancia en Marruecos.
Y es que mi padre, con sus ganas de querer grabar todo, tomó una foto cualquiera en un momento cualquiera en un lugar cualquiera creando así un recuerdo que, a día de hoy, para mí no es ni mucho menos cualquiera.

